viernes, 29 de octubre de 2010

Argentina, patética


Sobre todo en esta instancia de la Historia, y visto necesariamente bajo el prisma de lo político, talvez ningún término hay más puntual, certero y ajustado a la horma y naturaleza de lo que discurre hoy en Argentina a raíz del deceso de expresidente Néstor Kirchner, que el adjetivo patético. Sólo hay que repasar el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: "Patético: 1. adj. Que es capaz de mover y agitar el ánimo infundiéndole afectos vehementes, y con particularidad dolor, tristeza o melancolía".

Sin duda, la escena nacional argentina ha resignado a un líder de amplia connotación popular, según se deduce de la masiva expresión de duelo suscitado por el acontecimiento, cuyos efectos, como queda en evidencia en la medida de las proporciones, han sido atizados y magnificados por la gran mayoría de los medios de comunicación, con un despliegue y sobre todo con un enfoque dignos talvez del que hoy reclamaría la mismísima desaparición de su héroe y libertador, José de San Martín.

Esta visión de los hechos marca tan insólito como altamente sensible contraste con la percepción universal que se tiene de una sociedad como la argentina, en apariencia caracterizada por determinados niveles de criterio y de análisis político, prolífica en el ámbito de la intelectualidad y de la cultura en sus más diversas manifestaciones, según se le conoce y reconoce a través de los tiempos. En consonancia con esta proyección, decir que Argentina es sinónimo cultura, de acuerdo con esta mirada, es un poco como decir tango y de reflejo entender que se trata de la identificación vernácula de los argentinos.

De vuelta a lo patético, y como es previsible en un evento de tal magnitud a nivel de los argentinos, al episodio Kirchner se ha sumado, con toda su relevancia, la voz siempre protagónica de ese ícono de las masas y ya todo un referente histórico, al menos dentro de la tradición moderna del país: Diego Armando Maradona, quien, con todo y su inocultable déficit de escolaridad, no sólo interviene en asuntos de Estado y de política exterior —ya al hombro de Fidel Castro en Cuba, ya de la mano de Hugo Chávez en Venezuela—, sino que en tan especial coyuntura, y como el estadista que se asume, ha convocado a su pueblo al imperativo de confrontar a los opositores de la viuda y presidenta, Cristina Fernández de Kirchner.

Diego Maradona y Cristina de Kirchner


De antemano, Maradona no sólo tiene un auditorio nacional, al punto de existir el culto de la Iglesia Maradoniana, sino que dispone de suficiente tribuna, cuando los propios medios de comunicación reproducen, con proverbial altisonancia y en prominentes caracteres, declaraciones suyas como la pronunciada en la ocasión, y que a todas luces nutren y agitan el imaginario colectivo, cual si provinieran del gran guía espiritual y del insoslayable conductor de los destinos de la nación, como bien pudiera ocurrir en el futuro, pues el país y la selección Argentina, con la que inclusive fracasó en el pasado Mundial, parecieran ser responsabilidades del mismo calibre.

"Ayer escuchaba hablar a los que están en contra (de las políticas de Kirchner) y decían que hoy Néstor es el mejor. Me pareció muy hipócrita todo, pero a estos contras quiero que Cristina los pelee como los peleaba Néstor", manifestó El 10 en medio del espeso entramado de cables y de micrófonos de la prensa, la radio y la TV cuyos representantes se disputaban frenéticamente hasta la expectoración que pudiera producir este mito viviente. "Argentina perdió a un gladiador que nos sacó del pozo", opinó el exfutbolista ante la multitud apostada en las afueras de la Casa Rosada, gentío entre el cual podía apreciarse una gran mayoría de dolientes del origen más humilde, que lo aplaudían y aclamaban a rabiar.

Como si lo anterior fuera poca evidencia del mundo paradójico, excéntrico y bizarro del devenir político argentino, reconocidos bastiones del periodismo como La Nación y Clarín, que apenas meses atrás se debatían en la encrucijada sobre cómo enfrentar la amenaza de perder sus acciones en la industria que les proporciona el papel periódico por causa de la retaliación del gobierno por minimizar su poder crítico, ahora le tributan loas y toda suerte de honores de prócer al ilustre difunto.

En verdad, al duelo popular, que durante el velatorio en Buenos Aires y el funeral en El Calafate ocasionó centenares de desmayos entre la turba, se suma el llanto en que hoy puede estar sumido el periodismo independiente y crítico, cuando dos de sus exponentes más preciados se rinden en una prosa casi delirante, inspirada en la supuesta magnificiencia del caudillo ausente, que con su viuda presidenta ha estado a punto de arrebatarles el derecho constitucional a informar.

Una visión resumida sobre el caudal informativo suscitado por la muerte de Kirchner y la manera como el hecho monopolizó las primeras planas, puede apreciarse a continuación, al menos en cuanto se refiere a la página web de Clarín:

Llegó Cristina para cerrar el velatorio de Kirchner y encabezar el velatorio de Kirchner, rezaba el encabezado de Clarín a las 48 horas del acontecimiento.

Además de diversos enlaces de video y de audio empotrados en el sitio de internet, había otras minucias que abarrotaban la primera página:

--El dolor de la Presidenta, al cuidado del aliento de la gente.
--Máximo, el hijo de los Kirchner, sostuvo todo el tiempo a su madre.
--Miles de personas en las calles, para ver el paso del cortejo fúnebre.
--Daniel Scioli (Gobernador de Buenos Aires): “Yo voy a estar donde Cristina lo necesite”.
--Hugo Moyano (el líder de la poderosa Confederación General de Trabajadores): “Por supuesto, ella va a ser la jefa”.
--Tras el velorio, Moyano y la UIA se reunieron a solas.
--Guillermo Pérez Luque (periodista): “Tengo una foto en la mente: La de Cristina bajando de la ambulancia”.
--Ocho presidentes sudamericanos, junto a Cristina en el velatorio.
--El gobierno pidió a Duhalde y a Cobos que no fueran al velatorio.
--Los dramáticos intentos por reanimar al presidente frente a Cristina.
--El cementerio, vallado y a la espera de la comitiva.
--La Plaza de Mayo, escenario de un incesante desfile: Miles de personas hacen fila para entrar a la Casa de Gobierno.
--"Argentina perdió a un gladiador": Maradona.
--"Tenía muchas cosas del Che Guevara": El Diego.
--Postergada la fecha futbolera.

Es más: los contenidos propios del adolorido despliegue periodístico se ocuparon al mismo tiempo y con sonado énfasis, del lado farandulero alrededor del féretro envuelto en el pabellón celeste. Como la puesta en escena de un gran festival de evocaciones patrias y patrioteras, los medios de comunicación entraron en sintonía con esa misma cultura popular que agitan y promueven, y que en Argentina, como en ninguna parte, resulta tan proclive a la sublimación de unos cuantos finados, a cuya galería de mitos pertenecen necesariamente, y entre otros, Carlos Gardel, Juan Domingo Perón, Evita, Isabel Martínez de Perón, por supuesto Diego Maradona —El Diego o El 10, como se le llama inclusive editorialmente— y ahora Néstor Kirchner.
A tal extremo de compromiso sentimental y emocional llegan eventos como estos en el país, que cuando Eva Gilberti, una sicoanalista consultada por el Canal de la TV Pública Argentina para formular un diagnóstico sobre el por qué el pueblo argentino se involucró tan dramáticamente en este evento, la entrevistada terminó inevitablemente bañada en llanto. Reacción similar tuvo Gabriela Castaño, una de las reporteras del mismo canal, cuando el féretro ingresó en la bóveda en Río Gallegos.
Bombos, banderas nacionales y de algunos equipos de fútbol —detalle infaltable—, coros populares, consignas, marchas multitudinarias y otras manifestaciones alegóricas al nuevo huésped del panteón de la gloria argentina enmarcan el adiós al hombre que últimamente gobernaba a este país a través de su esposa Cristina, para lo cual, sin duda, hizo gala de su destreza como un ventrílocuo del poder.

viernes, 22 de octubre de 2010

Por qué la luna...

El simple fenómeno cósmico de que sea el Sol y no la Luna, el astro que acompaña el tiempo de permanecer despiertos, y de que bajo su hegemonía discurra la vida en general de los habitantes del planeta, lo cual lo hace existencialmente un lugar común, me inspiró siempre una especie de culto hacia la segunda.

No hay, que se sepa, estudio, estadística ni bibliografía ninguna que den cuenta acerca de la mayor o menor importancia que le hayan concedido, por ejemplo, los poetas a uno y otra, no obstante la milenaria tradición sobre la presencia de la luna, ya entreverada en los versos más ilustres o presente en las composiciones de amor más cursis.

Referencias acerca del sol, masculino en la lengua de Cervantes, hay, al menos en Google y en el idioma de Shakespeare (sun) unas 573.000.000, contra 185.000.000 de su contraparte femenina (moon), lo cual pudiera suponer la cierta prevalencia que pueda tener el sol para los seres humanos en general y para los estudiosos en particular.

Luz y sombra alrededor de la verdad

Gracias a la oportunidad de la tecnología, el sentido verdadero de escribir un blog está fundado en la necesidad congénita y universal de la libertad de expresión, tan condicionada aún en estos tiempos que se suponían fuera del alcance de la Inquisición, sobre todo si se plantea desde el periodismo independiente.

Una evidencia en plena ebullición se funda en el hecho de que aquellos autores que hoy porfíen en promover el acceso a la verdad están conminados a naufragar en su empresa, cuando no a morir en ella. Y aquí morir no sólo se circunscribe al término mediático o profesional, sino al rigor de sucumbir a la acción cierta y certera del profesional del gatillo contratado para tal despropósito.

Tanto como luz y sombra son estados antagónicos, mientras haya, como la ha habido en todos los tiempos de la Historia, una voz comprometida con el derecho y con el deber a la verdad, implícita en el ejercicio de la libertad, habrá otra, generalmente inaudible, empeñada en acallarla hasta conseguirlo.

Lo cual, por supuesto y por suerte, no podrá silenciar jamás a esa otra expresión: la verdad histórica.

Primera entrada

elpulsodelfutbol@gmail.com
golgol